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jueves, 30 de agosto de 2012

TERAPIA E INSPIRACIÓN

En multitud de ocasiones he oído a escritores y periodistas hacer el mismo comentario: una de las razones por las que no se han visto obligados a recurrir a terapia psiquiátrica o psicológica es, precisamente, por el efecto catártico de la escritura.

Está comprobado que una de las formas más efectivas de aliviar penas (incluso cuando éstas no tienen solución) es contarle a alguien lo que nos angustia. Unas veces lo hacemos con amigos o gente cercana a nosotros, otras nos desahogamos con desconocidos y, cuando no queda más remedio, acudimos a profesionales de la psicología o del personnal coaching, tan de moda ahora.

Es cierto que la escritura es un medio muy efectivo para canalizar nuestros miedos, compartir nuestras neuras y aliviar algunas de nuestras angustias. Gracias a ese ejercicio comunicador conseguimos ordenar nuestras ideas, facilitando un poco la búsqueda de posibles soluciones, o la toma de decisiones difíciles.

Y sí, yo confieso que escribir me sirve de terapia, me encanta hacerlo. Es una actividad que me relaja y me hace sentir conectada con el resto de la humanidad, al menos con aquellas personas que, por alguno de los azares de la vida, se encuentran con mis textos y deciden invertir un ratito de su tiempo en la lectura de mis escritos.

Yo leo, 'desde siempre'. Leo a otros autores, claro está. y lo hago porque eso me permite descubrir puntos en común con gente alejada de mi por el tiempo o la distancia física. Me gusta descubrir sentimientos comunes a los míos en personas con circunstancias vitales que nada tienen que ver con las mías. Disfruto comprobando lo universales que son los sentimientos, las reflexiones, las sensaciones... Me apasiona descubrir nuevas formas de expresar ideas comunes. Son distintas palabras, pero definen exáctamente lo que yo siento o pienso.

En otras ocasiones me encuentro con escritos que transmiten posicionamientos ideológicos  o éticos opuestos a los míos. Y aquí también reside parte del encanto de la lectura, pues una de las razones por las que los seres humanos nos interesamos por los escritos ajenos es la posibilidad que ésto nos da de abrirnos a nuevas ideas, a nuevas y diferentes perspectivas de unas mismas realidades. Ello nos perminte crecer a través de la reflexión, y plantearnos la posibilidad de estar equivocados o mal encaminados en algunas de nuestras más férreas convicciones.

Agradezco profundamente su labor a los muchos autores que han compartido conmigo sus anhelos e inquietudes, sus reflexiones y las conclusiones que  han sacado. Y espero que, con mi labor, algún día alguien pueda sentirse inspirado a seguir este camino. Un camino que, en ocasiones, se me muestra como arduo, poco agradecido y nada reconocido ('labor de vagos', han dicho muchos a lo largo de la historia), pero que tantas satisfacciones da tanto a quiénes lo practican, como a quiénes encuentran un poco de alivio e inspiración en las palabras que otros han escrito. Y, yendo más allá, he de reconocer que lo que más me motiva a seguir con esta tarea es la idea de poder ayudar a que este mundo sea un poquito mejor, mediante la denuncia de injusticias y la transmisión de ideas que, llevadas a la práctica, puede ayudarnos a conseguirlo.

El movimiento se demuestra andando, pues andemos, pero todos juntos, hacia ese mundo que es un poquito mejor, y del que los poderes fácticos nos están alejando paso a paso.