Hace varios meses escribí un artículo sobre el tema de Marta de Castillo. No fue un artículo demasiado amable, porque quise darle un punto de vista objetivo, ya que creo que a la gente 'se le estaba yendo la olla' pidiendo cosas rarísimas como cadena perpetua, torturas y no sé qué otras atrocidades, propias de sociedades sin civilizar, movidas fundamentalmente, por el lógico rechazo que nos producen casos como éste, a poco que tengas un mínimo de sensibilidad.
Pero pedir reformas legales, dejándose arrastrar por los sentimientos, en caliente, y sin meditar de forma racional, nunca ha sido una buená fórmula para la iniciativa legislativa.
El artículo en cuestión levantó ampollas, y recibí algunas críticas, que acepté, explicando nuevamente, lo que había querido decir. La cosa se apaciguó y quienes me habían atacado, pidieron perdón porque no habían entendido bien el fondo del tema.
Sin embargo, cada poco tiempo, recibo nuevos comentarios a ese artículo, pero que no van para mi, sino para quiénes lo han comentado a lo largo de este tiempo. Han iniciado entre ellos un debate, del que yo me mantengo al margen, porque ya dije lo que tenía que decir, y por ahora no tengo intención de volver al tema. Pero lo que me llama la atención es la polémica que tienen entre ellos. Creo que deben conocerse de algún foro, en el que coinciden y tratan este tema, porque, en ocasiones, los comentarios son 'a muerte'.
Sólo quiero decirles, señores y señoras, que 'haya paz', que no se tomen estas cosas como algo tan personal, y que no se ceben los unos con los otros, atacando en temas personales. El debate y el diálogo es positivo, pero también el respeto a las opiniones de los otros, aunque no las compartamos. Si, al fin y al cabo, todos tenemos nuestra parte de razón, y no hay que sacar las cosas ni del tiesto, ni de contexto. Una cosa es la opinión sobre temas de actualidad, y otra nuestra vida personal.
Como dijo aquél: 'todo es relativo'. Y así es. Nadie está en posesión de la verdad absoluta ni de la razón incontestable. Hay tantas opiniones como seres humanos, y el mundo ha avanzado lo sufiente como para alejarse de la ley del talión, y dar un toque más humanista y humanitario a las leyes penales. Supongo que aún queda mucho por hacer, pero no caigamos en el populacherismo de pedir venganza, en lugar de Justicia...
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