Hace unos días, viendo una serie de televisión, uno de los personajes le decía a otro que tenía un don (concretamente, una gran habilidad con el piano), y que no era justo que se lo guardase para sí, ya que los dones nos han sido concedidos para compartirlos con los demás. En realidad, y simplificando, ese argumento me parece poco menos que una imbecilidad. Con perdón. Sin embargo, he de reconocer que algo de razón de fondo hay en dicha aseveración.
Cualquiera que me conozca un poquito, sabe que desde mis primeros y torpes pasos infantiles, he tenido dos grandes pasiones, que a la vez son mis verdaderas vocaciones, una es el mundo de la interpretación (el artisteo en general, pero la interpretación de forma especial) y la otra es la literatura (bueno, la filología en realidad). Cuando yo era pequeña, y soñaba con ser actriz y escritora, en realidad no sabía si tenía talento para alguna de estas actividades, simplemente eran mis grandes sueños.
Pero parecía que el sueño iba a poder hacerse realidad, ya que desde que comencé a hacer teatro, primero en el colegio, luego en diferentes cursos y grupos de teatro, todos destacaban mi 'supuesto' talento interpretativo innato. Y me congratulé, porque tuve la sensación de que si eso era cierto siempre tendría esta puerta abierta. Pero, supongo que me dio miedo, y me resigné a no luchar por mi sueño.
Por tanto, soy consciente de que, si realmente tengo talento, y a ésto le sumamos la necesidad vital que supone para mi subirme a un escenario, y poder hacerlo profesionalmente, y vivir de ello, es absurdo pasarme tantas horas encerrada en mi habitación, entre apuntes de Derecho Procesal, y Civil, y Constitucional...sobre todo teniendo en cuenta que 'odio el Derecho'
De la literatura hablamos otro día.
2 comentarios:
María lucha y busca tus sueños... espero ir un día a ver una obra de teatro y que seas la protagonista.
Besitos. Nieves.
GRACIAS NIEVES. LA VERDAD ES QUE CADA DÍA ESTOY MÁS CONVENCIDA DE QUE TENGO QUE INTENTARLO.
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