Últimamente está muriendo demasiada gente por la que sentía gran admiración y respeto. Y he preferido no escribir nada al respecto porque hacerlo implicaba evocar la pérdida y verme avocada a un sufrimiento mayor.
Pero hoy, pese a lo inteso del dolor, no puedo meterme en la cama sin hacer un guiño a uno de esos hombres admirables, a mi querido, irreverente y bonachón, José Antonio Labordeta.
Sabía de su enfermedad, confié en su curación, pero hoy me he despertado con la noticia de su muerte. Una más.
Es curioso cómo la muerte de personas a quiénes no conocemos puede afectarnos tantos, pero ésto parece formar parte de la naturaleza del ser humano. Algo bueno teníamos que tener.
No quiero extenderme mucho, no quiero escribir un buen artículo, sólo quiero decirte adios, sólo quiero decirte que te tengo por hombre íntegro y coherente, y luchador y buena persona...Sólo quiero decirte que, de mayor, no me importaría ser como tú. Incluso, no me importaría tener que llamar gilipollas al diputado (gilipollas) de turno.
Hace falta más gente como tú en este mundo. Pero hace más falta aún, que no os vayais tan pronto. Maldita enfermedad cruel que no perdona a nadie, no tiene en cuenta edad ni condición, no deja de robarnos gente...
... No puedo seguir, y no es porque me falten las palabras o porque no tenga nada más que decir... es porque me ahogan las lágrimas...
¡Hasta siempre cantautor!
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