Hace mucho tiempo que me planteo dedicar un artículo a Adolfo Suárez, uno de esos personajes que siempre han estado presentes en mi vida, debido a que su relevancia personal y profesional lo llevaron a convertirse en un elemento imprescindible de la Transición y de los primeros años de la Democracia. Como consecuencia de ésto, su imagen y su actividad política formaron parte del día a día de cualquier ciudadano español, durante varios lustros. Hoy, que se celebra su octogésimo cumpleaños, he creído que podía ser el momento apropiado para brindarle este tributo escrito.
Coincidencias del destino, también se cumple hoy una semana de la muerte de Santiago Carrillo, ese hombre que, pese a estar en las antípodas ideológicas del Ex-Presidente del Gobierno (al menos eso podría deducirse al observar sus trayectorias polítícas), llegó a convertirse en uno de sus grandes amigos. Siendo ésta una de las cosas que les hace grandes a los dos.
Y fue, precisamente, en mi artículo dedicado al líder comunista donde hice referencia a los grandes hombres de Estado, a los grandes hombres de la política española, a los grandes hombres de la Transición, que invirtieron su tiempo y su energía en el loable compromiso de colocar a este país en el camino de la libertad y la democracia. Y, entre esos grandes hombres, qué duda cabe, se encuentra Adolfo Suárez.
Hecha esta introducción, rendido este pequeño homenaje a uno de los más importantes hacedores de la España actual, quiero centrarme en mis recuerdos más personales relacionados con nuestro primer Presidente de la Democracia. Porque, pese a que Suárez sigue vivo, sus recuerdos, su testimonio, su valiosa perspectiva de todos aquellos acontecimientos nos han sido robados por la terrible enfermedad que padece. Y esa es la razón que me mueve a 'regalarle' los míos, mis recuerdos, los recuerdos de una niña que ni siquiera había nacido cuando su nombre comenzó a barajarse como uno de los posibles aspirantes a Presidente del Gobierno, en sustitución de Arias Navarro.
Y son muchos mis recuerdos señor Suárez, muchos, muy lejanos algunos, pero todos agradables.
No recuerdo sus años en la Presidencia del Gobierno, ni de la etapa pre-democrática, ni de la democrática. Era demasiado pequeña, porque yo empecé a dar mis primeros pasos a la par que la Democracia, nací con ella, he crecido con ella y me siento profundamente unida a ella, como he manifestado cientos de veces en este blog.
Mi primer recuerdo relacionado con la política son las Elecciones Generales de 1982, imagino que no sabía muy bien de qué iba aquello, pues apenas levantaba un palmo del suelo, pero tengo recuerdos muy nítidos de aquella época... Recuerdo que los adultos de entonces vivieron con pasión aquel proceso electoral, recuerdo que olía a libertad y a esperanza. No sé en qué habrá quedado todo aquéllo, pero así era. Mi carácter intuitivo y mi gran capacidad observadora me permitieron palpar aquel sentimiento, pese a mi total ignorancia de los hechos que estaban teniendo lugar y, más aún, mi absoluto desconocimiento de la terrible situación que este país acababa de dejar atrás.
Olía a libertad, Señor Suárez, seguro que usted lo recuerda. Ya no huele a libertad, ahora nos están arrebatando las esperanzas. A mi no porque soy fuerte, pero esta sociedad está herida de muerte y los actuales políticos no conocen el remedio ni para aliviar un catarro social, mal andamos como ve.
Pero no estoy aquí para hablar del presente, ni de mi, ni del resto de indignados, hoy quería hablar de usted. Quería contarle que, de pequeña, mientras comía 'deprisa y corriendo' para volver al cole, en la tele emitían espacios electorales... recuerdo los videos del PSOE, de AP.... pero sobre todo los del CDS. Nos encantaban señor Suárez, a mi hermana y a mi. No entendíamos de política, no nos importaban las siglas, no sabíasmos qué era 'lo que se estaba cociendo', sólo recuerdo que nunca nos íbamos a clase hasta escuchar su sintonía, nos tenía engachadas: 'Vota CDS, vota libertad, este es tu Centro Democrático y Social'. Nos pasabamos el día repitiendo la canciocilla. Si hubiesemos podido votar, no tengo dudas, seguro que esos votos habrían sido para usted. Y tenga en cuenta que mi hermana y yo somos muy diferentes, apenas coincidimos en gustos, pero esa canción siempre será uno de nuestros puntos de unión. Gracias, por la parte que le toque.
Aquellas elecciones las ganó Felipe González, el sempiterno Presidente, el primero que yo recuerdo, el que parecía que siempre ganaría... Sin embargo, a lo largo de todos los años de mandato del PSOE, incluso mucho tiempo después, terminé por cansarme de oír siempre la misma afirmación: lo buen Presidente que había sido usted, lo bien que lo había hecho, el gran hombre que era... Entonces ¿por qué no le votabais?, preguntaba yo... y sólo obtenía respuestas difusas sobre intrigas 'palaciegas' contra usted, dimisiones 'inducidas'... que mi mente infantil no acababa de entender.
Con el tiempo fui adquiriendo conocimientos relativos a aquella etapa y a los hechos que tuvieron lugar en aquellos incipientes ochenta. No es momento de entrar en precisiones técnico-jurídicas. La cuestión es que nunca he escuchado tantas opiniones favorables hacia un político, como las que oí sobre usted. Todos le admiran Señor Suárez, gente de derechas, de izquierdas, ¿de centro?. Confieso que no creo mucho en eso de los partidos de centro, no sé muy bien de qué van, no sé si realmente existen, pero si es así, intuyo que usted supo encarnar a la perfección ese lugar de aparente indefinición política... Puede que, actualmente, todos seamos un poco de centro, mejor así porque los radicalismos, los extremismos nunca han traído nada bueno.
Como ve, Señor Suárez, los tiempos han cambiado mucho desde que usted comenzó a olvidarse de nosotros. Es muy triste que su testimonio, como dije al principio, no pueda enriquecer nuestro presente. Espero, claro está, que en su mundo sin memoria sea profundamente feliz. Por aquí se le sigue apreciando y admirando, se sigue hablando mucho de usted, normalmente para bien. Creo que eso le habría gustado al Suárez que usted fue. Buen viaje, Presidente, en ese trayecto desconocido de su mente. Y tenga siempre presente que aunque usted se haya olvidado del mundo del que fue parte importante, ese mundo nunca se olvidará de usted.
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NOTA: QUIERO DEDICAR ESTE ARTÍCULO A TODOS LOS QUE PADECEN ALGÚN TIPO DE ENFERMEDAD QUE LES IMPIDE RECODAR QUIENES SON Y QUIENES FUERON, ASÍ COMO A SUS SERES QUERIDOS, CUYA MARAVILLOSA LABOR HACE QUE ESE OLVIDO NUNCA SEA TOTAL.
2 comentarios:
Una gran entrada María.
Y otro gran hombre... las ideologías no conocen de buenos y malos hombres... llevan en su filas a unos y a otros... a los buenos siempre se les recuerda tengamos y sintamos la ideología contraria... porque hay que valorar y apreciar cuando alguien lo hace bien represente las siglas que representen... y son tan pocos!!! ... que no es difícil coincidir.
Besitos. Nieves.
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