He de comenzar este artículo confesando que (pese a algunos de los errores que haya podido cometer) nuestro "Presi", en conjunto y en esencia, me gusta. Porque la gente, al margen de acciones concretas, posee unas cualidades innatas, una forma de ser y de conformarse su carácter básico, que está muy por encima de las actuaciones que lleva a cabo y de las decisiones que pueda llegar a tomar, en función de las circunstancias. Y esa naturaleza íntima de Zapatero, esa esencia, ese "talante" me gusta.
Repito que, soy la primera en reconocer que ha tomado algunas decisiones que, a mi modo de ver, no han sido nada acertadas. Entraremos en detalle en el futuro. Pero hay algo de él que me llama poderosamente la atención y que le hace ganar puntos a mis ojos, y ese algo es fundamentalmente su "idealismo", porque creo que comparto con él esa cualidad, y agradezco que un político en ejercicio presente ese rasgo de personalidad tan poco extendido entre los gestores públicos, que ayuda a inyectar sabia nueva, ideas nuevas a una sociedad atascada en la filosofía del conformismo, y del "no hacer nada para cambiar lo malo, no sea que nos quedemos sin lo bueno".
Y cuando hablo de su idealismo, no hablo de un idealismo de papanatas y necios, sino de un idealismo entendido como un deseo de materializar todos aquellos pronunciamientos teóricos que se tienen como ideales a conseguir por las sociedades modernas, y que, pese a ello, nadie se atreve a dar pasos firmes hacia su consecución, porque no están dispuestos a asumir el riesgo político-electoral que ello podría suponer.
Hablo, por tanto, del idealimo de una persona que tiene los pies sobre la tierra y que, sabiendo el coste que puede tener la toma de esas decisiones, está dispuesto a asumirlas, a fin de lograr una sociedad un poco más justa e igualitaria.
Repito que, soy la primera en reconocer que ha tomado algunas decisiones que, a mi modo de ver, no han sido nada acertadas. Entraremos en detalle en el futuro. Pero hay algo de él que me llama poderosamente la atención y que le hace ganar puntos a mis ojos, y ese algo es fundamentalmente su "idealismo", porque creo que comparto con él esa cualidad, y agradezco que un político en ejercicio presente ese rasgo de personalidad tan poco extendido entre los gestores públicos, que ayuda a inyectar sabia nueva, ideas nuevas a una sociedad atascada en la filosofía del conformismo, y del "no hacer nada para cambiar lo malo, no sea que nos quedemos sin lo bueno".
Y cuando hablo de su idealismo, no hablo de un idealismo de papanatas y necios, sino de un idealismo entendido como un deseo de materializar todos aquellos pronunciamientos teóricos que se tienen como ideales a conseguir por las sociedades modernas, y que, pese a ello, nadie se atreve a dar pasos firmes hacia su consecución, porque no están dispuestos a asumir el riesgo político-electoral que ello podría suponer.
Hablo, por tanto, del idealimo de una persona que tiene los pies sobre la tierra y que, sabiendo el coste que puede tener la toma de esas decisiones, está dispuesto a asumirlas, a fin de lograr una sociedad un poco más justa e igualitaria.
2 comentarios:
Sin duda, el presidente Zapatero desprende ilusion y optimismo, y mira que le llueven criticas.
María ya te he enlazado!!!!!!
besitos. Nieves.
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