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miércoles, 29 de abril de 2009

NO A LA CADENA PERPETUA.

Desde hace algunos meses, debido, en primer lugar, al caso del asesinato de la pequeña Mari Luz, y más recientemente, a la desaparición y presunto asesinato de Marta del Castillo, la sociedad se ha vuelto un poco paranoica, y se ha dedicado a demandar de los Poderes Públicos una reforma legislativa orientada hacia el endurecimiento de penas y la instauración de la cadena perpetua en nuestro sistema punitivo.

Y yo no puedo dejar de asistir atónita a todo este tipo de declaraciones y manifestaciones, ni de quedarme perpleja ante la "solidaridad" que demuestra la sociedad, a la hora de estampar su firma en hojas destinadas específicamente a la consecuaión de tal fin.

No sé si es por mi formación jurídica, o simplemente por sentido común, intuición y sensibilidad humana, pero creo que esas peticiones, aparte de inconstitucionales, son, a todas, luces erróneas. No es el temor por la pena a cumplir lo que suele hacer que un delinciente se inhiba de perpetrar su crimen, sobre todo, porque la gran mayoría de dichos delitos son cometidos de forma impulsiva, sin premeditación, dentro de un contexto concreto que se les suele ir de las manos. Y el resto de delitos de este tipo, el cometido por pederastas y demás delincuentes sexuales, difícilmente va a ver disminuido su número y frecuencia como consecuencia de una más grave penalización de los mismos, ya que son cometidos por personas que sufren de algún tipo de transtorno psíquico, cuyo tratamiento, en caso de tenerlo, no va tanto por la vía punitiva, como por la de la atención médico-psiquiátrico-psicológica.

Ahora, si hablamos de cumplimiento íntegro de penas, de no dejar salir en libertad a nadie cuya curación real no esté fehacientemente demostrada y, sobre todo, de tener un especial cuidado en los casos de delincuentes reincidentes, mi argumentación va a ser distinta, y mi apoyo a este tipo de iniciativas será total.

No pidamos penas de muerte ni cadenas perpetuas, pidamos Justicia, no venganza, y menos venganza "a priori", porque hay derechos fudamentales cuyo logro es consecuencia de muchas luchas, mucho sufrimiento y muchas muertes heróicas, por tanto, violentar esos derechos supone mancillar el recuerdo de quiénes sacrificaron su bienestar para lograr el nuestro. En mi opinión sería una traición, una ignominia.

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