¡QUÉ HORROR!
Un fin de semana cualquiera de un verano no muy distinto a los demás, me aburría mientras veía, sin muchas ganas, una malísima película de producción televisiva, cuando un ruido me sobresaltó. Parecía que algún objeto metálico de gran tamaño caía de uno de los tejados cercanos a mi casa pero, pasado el susto inicial, me di cuenta de que esa suposición nada tenía que ver con la realidad.
Estaba en el pueblo, y se celebraba una boda, por lo que el estrépito era producido por los cohetes que alguno de los asistentes lanzaban desde la Iglesia. Sin comentarios. Nadie sabe lo que me espantan este tipo de manifestaciones de la alegría popular. No puedo con ellas: cohetes, petardos, voces, alcohol, orquestas de sonido estridente y desacompasado... Y, lo peor de todo es que quiénes los producen creen que llamando la atención de esa forma tan vulgar, chabacana y soez se convierten en el centro del Universo, a la vez que son admirados y envidiados por todos los que no participan de su "actividad".
Creánme, mentes lúcidas, los paletos ostentosos son así. ¿O, acaso han olvidado ustedes las celebraciones que el Sr. Jesús Gil y Gil organizó cuando el Atlético de Madrid ganó Liga y Copa del Rey, allá por el año 1995? Como pueden ver, un claro ejemplo de que cuanto más ruido y más traca, menos clase, menos educación y ¿peor calaña?...
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